domingo, 3 de junio de 2018

¿Cómo gestionar las rabietas?


Las rabietas, ya comentamos en el post anterior, forman parte del desarrollo normal de un niño.
Por lo tanto, tienen que aparecer y lo harán, así que lo mejor es aprender a gstionarlas lo mejor posible a fin de que no se alarguen en el tiempo. Según nuestra respuesta podemos hacer que sea una técnica eficaz para el niño para conseguir lo que quiere y en este sentido nuestra conducta estará potenciando las rabietas.
Es importante mantener la calma. Entiendo que no es fácil pero es importante cambiar esto (contar hasta cinco, decir alguna frase que nos ayude a calmarnos, etc.). Esto es muy importante, ya que si nosotros muchas veces pedimos a nuestros hijos que cambien su manera de comportarse ¿que mejor manera de hacerlo que mostrando que nosotros también podemos cambiar ?. Recuerde que enseña mucho más con el ejemplo que con la palabra. El hecho de que nos vean alterados ya es una forma de potenciar la pataleta porque está consiguiendo su primer objetivo que es llamar nuestra atención.
Hay quien recomienda dejar al niño hasta que se le pase, yo recomiendo que de manera indirecta estemos allí (siempre que veamos que esto no les altera más) para que nuestra expresión no verbal pueda ayudar a que se calme. Si es al contrario entonces le podemos decir con muy buenas palabras y bien tranquilos, "veo que estás muy enfadado y te entiendo, como veo que estando aquí enfadas más estaré en la cocina y si me necesitas ya sabes que soy allí "A veces un abrazo les puede calmar o incluso ponerlos más furiosos. Aquí dependerá de cómo sea nuestro hijo
Es importante entender lo que sucede en el cerebro de los niños en una rabieta.
Todos podríamos decir que tenemos "tres cerebros": 
- neocortex: vinculado con las funciones superiores como la atención, memoria, concentración, etc.
- Reptiliano: vinculado a las funciones más de supervivencia: la adrenalina se dispara, la persona está como si tuviera que huir o luchar.
- Límbico: el que se relaciona con las emociones.
Cuando se activa el cerebro reptiliano, el neocórtex se queda en "stand by", es decir, no funciona. Por ello intentar dialogar con un niño en plena rabieta es como una misión imposible. No escucha, da patadas, ni siquiera te mira, sólo llora y grita.
Por ello, no es el momento de hacer entender nada al niño. Como mucho cuando le haya pasado y en función de la importancia de lo ocurrido, se le puede explicar alguna cosa. Si el tema ha sido una cuestión sin importancia yo soy más partidaria olvidar el incidente porque cuanta más importancia le damos a las cosas y más atención ponemos, más podemos reforzar la conducta. Si el tema sí que ha sido importante, se puede retomar cuando esté más calmado ya que entonces estará más en disposición de entender lo que le decimos.
Algunas pautas generales para relacionarnos con los niños:
- Es importante ponernos a su altura para hablar con ellos e intentar que haya contacto ocular así nos aseguramos de que están poniendo atención.
- Debemos evitar acusar al niño sin tener información: si se ha peleado con un amigo o con el hermano no debemos dar por hecho que es su culpa. Debemos dar confianza para que nos cuente la verdad. Cuanto más miedo tenga a las represalias menos probabilidad de que diga la verdad.
- Debemos referirnos a su comportamiento y no a él.
- Debemos concretar lo que decimos porque muchas veces utilizamos un lenguaje demasiado abstracto que ellos no entienden. Por ejemplo: ¡me has faltado al respeto! ¿Qué significa esto? Mejor explicar lo que el adulto está sintiendo y así también los ayudamos con el tema de la expresión de las emociones.
- Frases del tipo “Te lo he repetido mil veces”  no son apropiadas porque pueden afectar su autoestima. Piense que la mayoría de veces ellos no son conscientes de ello por su proceso madurativo o porque les cuesta concentrarse.
En general, hay que mantener la calma, poner los límites adecuadamente con un lenguaje llano y partiendo de una relación de confianza y respeto. Entender las rabietas como una parte más de su desarrollo y no juzgarlos por su comportamiento que muchas veces es una reacción a nuestra manera de relacionarnos con ellos.
Construyamos una buena relación con nuestros hijos ya desde la infancia ya que ésta será especialmente necesaria cuando lleguen  a la adolescencia.
Un abrazo,

Mª Jesús




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