miércoles, 27 de junio de 2018

El proceso de cambio: ¿siempre es posible cambiar?

Siempre que una persona viene a terapia busca conseguir algún cambio. En algunas ocasiones este cambio se refiere a alguna circunstancia externa pero en muchos casos el cambio implica algún aspecto de la persona (conducta, emociones, pensamientos, esquemas mentales, etc). Llegados a este punto, nos podemos plantear, ¿siempre es posible el cambio?. 

Es díficil en psicoterapia hablar en términos de "siempre" o "nunca" ya que suelen haber excepciones para todo. Es la riqueza de trabajar con seres humanos y no con máquinas que serian mucho más predecibles. 

Lo que sí que podemos hacer es indagar en los motivos por los que una persona no cambia o le cuesta hacerlo. 

La persona puede tener dificultades para cambiar si: 

  1. Tiene unas creencias limitantes sobre su capacidad de cambiar o sobre el cambio en general. Mucha gente parte de la premisa de que laas personas no cambian y, por lo tanto, ya parten de una limitación muy importante, la que le impone sus propias creencias. Muchas veces consideran que se trata de temas innatos o genéticos que no se pueden modificar o atribuyen las causas de sus comportamientos, emociones o esuqemas mentales a factores externos, por lo que en estos casos no es posible el cambio, si no se modifican estas creencias). 
  2. No tiene la percepción de que haya algo que cambiar. Como veremos despues cuando explique las fases del proceso de cambio, la persona puede encontrarse en una etapa en la que no ve la necesidad de cambiar porque no ve el problema. En estos casos es importante más que buscar el cambio, buscar que la persona sea consciente del problema. Ya lo veremos después con más detalle. 
  3. Tienen muy claros los costes que implica cambiar y no les compensan las ventajas del cambio. En este caso, es complicado que quieran dar el paso ya que los costes superan a los beneficios de cambiar o estos son a más largo plazo que los costes. 
  4. No saben cómo hacer para cambiar. Piensan que no tienen las herramientas o los recursos para cambiar y por eso ya ni lo intentan porque no saben por donde empezar. 
  5. No saben a quién pedir ayuda para conseguir el cambio. Son conscientes que necesitan ayuda porque saben que solos no lo van a conseguir pero no saben qué profesional les podría ayudar. La concepción de psicólogo como persona que te puede acompañar en un proceso de cambio no está muy extendida y realmente puede suponer una ayuda inestimable para aquellas personas que necesitan cambiar ciertos aspectos de su vida para poder vivir una vida más plena. Poco a poco hay que dar a conocer esta opción para que las personas sepan que pueden contar con los psicólogos para conseguir sus objetivos de cambio. 
Como podemos ver son muchos los motivos por los que una persona puede tener dificultades para cambiar. Para los psicoterapeutas y psicólogos nos ha resultado muy útil una herramienta elaborada por Prochaska y Diclemente, que se llama la Rueda del Cambio. Ésta nos permite situar a la persona que viene a consulta en una de las etapas del cambio y de esta manera adaptar la terapia al momento justo en el que la persona se encuentra. 

Para entenderlo mejor, veamos las fases de las que consta esta rueda del cambio: 

- Precontemplación: la persona no es consciente que tiene un problema. Cuando viene a terapia en esta fase es porque suele venir obligado por una tercera persona, ya sea familiar, servicios sociales, etc. Es una etapa compleja porque la persona no entiende por qué está en el psicólogo ni por qué tiene que cambiar. No ve el problema y por lo tanto nuestro objetivo será ayudarlo a que pueda ser consciente de él y de esta manera que por sí mismo pueda ver la necesidad de cambiar. 

- Contemplación: en esta fase la persona sabe que hay algo que no funciona en su vida pero no tiene muy claro que la solución pase por cambiar alguna cosa. En este caso, ya es consciente del problema y de lo que se trata es de ayudarlo a ver que la solución pasa por una actitud activa por su parte y que pueda ver la necesidad del cambio. Muchas personas vienen a terapia en esta fase. 

- Preparación: la persona ya ve el problema y es consciente de que tiene que cambiar. También es habitual que las personas vengan a terapia en esta fase. En este caso, tenemos que ayudar a la persona, dotandola de herramientas para que pueda poner en marcha su cambio, ya que todavía no está decidida a dar el paso, probablemente porque no sabe por donde tirar. 

- Acción: la persona está decidida a camabiar y nuestro papel es acompañar en este proceso. Es importante que cuando una persona decide emprender un proceso de cambio, sepa que las recaidas forman parte del mismo proceso y que por lo tanto no sería extraño que sucediera.

- Mantenimiento: los procesos de cambio implican tiempo. Lo que se ha mantenido de cierta manera durante muchos años no puede cambiar de un día para otro por eso es importante que la persona persista en su objetivo de cambiar y mantenga los cambios conseguidos. Aquí de nuevo acompañamos a la persona dando estrategias para mantener los cambios conseguidos y evitar recaidas. 

- Recaída: como ya hemos comentado la recaida es una etapa más. No siempre se da, pero es habitual. Por lo tanto, es conveniente preparar a la persona para que de esta etapa extraiga algo positivo y no tire la toalla. Si comprende que es una etapa normal no se desmotivará, por eso es importante que sepamos transmitirle esta concepción de la recaida. 

Teniendo en cuenta estas etapas del proceso de cambio, ¿qué condiciones se tendrían que dar en teràpia para que la persona pueda cambiar? 


  1. Creer que el cambio es posible, aunque no sea en relación a su problema. Tener una actitud positiva en relación al cambio siempre es positivo. 
  2. Cuando acude a terapia es muy importante que ésta sea adecuada para la etapa en la que se encuentra la persona en su proceso de cambio. 
  3. Que la persona integre las recaidas como una etapa más de proceso de cambio para que no se desmotive y abandone. 
  4. Trabajar en terapia en el nivel que requiere el cambio, a veces puede ser a nivel superficial pero otras veces puede ser necesario un trabajo más profundo. 
  5. Las técnicas utilizadas tienen que ser las más adecuadas según sus características y necesidades sino se puede producir reactividad y las probabilidades de cambiar disminuyen. 
  6. Se gestionan adecuadamente las resistencias que se pueden producir en este proceso de cambio.  
  7. No tener prisa ya que son procesos que a veces requieren tiempo. No sólo se tienen que incorporar a nivel cognitivo sino que se tienen que integrar en todos los niveles. 

     Realmente, el proceso dependerá del cambio que se desee conseguir, pero aqui teneis una pautas generales sobre las condiciones ideales para conseguir el cambio y lo que puede provocar que el cambio no sea posible. 

Para cualquier consulta, estoy al otro lado. 

Feliz día, 

Mª Jesús Soriano 



viernes, 22 de junio de 2018

El trastorno disfórico premenstrual: un sufrimiento ignorado o malinterpretado




El trastorno disfórico premenstrual (en adelante, TDPM) es una categoría diagnóstica que aparece en el DSM-5 (Manual estadístico y diagnóstico de los trastornos mentales) incluido en el epígrafe de trastornos depresivos y que tiene una prevalencia de entre un 3 y 8 % de la población femenina en edad fértil. Sus principales manifestaciones son emocionales, cognitivas y físicas. A nivel emocional la mujer experimenta en la fase lutea (la que viene despues de la ovulación y dura hasta la menstruación) sensaciones de ansiedad y depresión acompañados de gran irritabilidad que interfieren de manera importante en su día a día. También pueden aparecer sentimentos de inutilidad, de que la vida no merece la pena e incluso pensamientos de muerte o ideas suicidas que pueden en algun caso materializarse.
A nivel cognitivo la mujer suele referir dificultades para concentrarse y de atención, disminución de la memoria de trabajo (a corto plazo) y pensamientos automáticos que inundan de negatividad su día a día. 
A nivel físico podemos encontrar dolor a nivel muscular y articular, molestias importantes en las mamas, vientre, etc. También es muy típico el insomnio o la hipersomnia. 
Existe mucha varibailidad entre una mujer y otra lo que dificulta el consenso sobre lo que forma parte del TDPM y lo que no.  
Mi objetivo es dar a conocer el sufrimiento de muchas mujeres que está vinculado con su ciclo menstrual. No suelo utilizar etiquetas diagnósticas, ya que no me parecen útiles, y en algunos casos, como explicaré después, puede ser incluso perjudicial, pero en este caso creo que es necesario para un primer momento para que la persona pueda desculpabilizarse al ver que hay una explicación para su manera de sentir y actuar. Pero no hay que quedarse en la etiqueta y hay que poner en duda que se trate de algo crónico, incurable, etc. ya que es un tema que aún se conoce muy poco y dar esta imagen no empodera a la mujer para que pueda superar este sufrimiento que la acompaña cada mes. 


Me gustaría también comentar la manera en que se está abordando actualmente el tema y las alternativas que tenemos para dar respuesta a este sufrimiento. 
La presencia de sintomatología vinculada al ciclo menstrual es considerada a nivel cultural, relativamente normal, ya que aproximadamente el 90% de las mujeres en edad fértil expresan haber sentido algún tipo de malestar ya sea físico, cognitivo o emocional. De hecho, es curioso porque me he encontrado mujeres que no sienten ningún síntoma y lo han atribuído a que no están conectadas con su cuerpo. Aquí podemos ver como nos influencia lo que se considera normal a nivel cultural. 
Podemos observar como existe la tendencia en relación a los malestares femeninos a ignorarlos o bien transformarlos en trastornos proponiendo tratamientos que en la mayoría de los casos responden más a los intereses de la industria farmacéutica que a las necesidades de las afectadas. 

La industria farmacéutica pone en práctica importantes estrategias de marketing y financia estudios que permiten justificar el uso de tales medicamentos. Esta tendencia explicaría como en poco más de 60 años se han duplicado los trastornos mentales recogidos en el DSM desde su primera edición (de poco más de 100 se ha pasado a más de 200 trastornos mentales). ¿Es posible que los trastornos mentales hayan ido en aumento a este ritmo tan vertiginoso? Quizás la respuesta la encontramos en esta tendencia a patologizar los malestares y así transformar personas normales con dificultades, en personas enfermas que requieren medicación. No sólo ocurre con el TDPM, hay nuevos diagnósticos en el DSM-5 que, sin contar con un soporte sólido a nivel empírico, han sido incluidos y pueden provocar la medicalización excesiva de las personas. Un ejemplo es que se ha considerado que el duelo no es una excepción para considerar que una persona tiene un trastorno depresivo. ¿Os imagináis lo que esto implica? Pues que una persona que está deprimida porque ha perdido a un ser querido (cosa totalmente normal) puede ser medicada con antidepresivos al considerarse que se trata de un trastorno depresivo mayor. ¿Tiene algún sentido? Pues sólo desde la perspectiva de los intereses de las farmacéuticas ya que cada vez es mayor la población que es susceptible de ser medicada.



A parte del efecto inmediato de sobremedicalizar la población con el coste que implica para la sanidad pública, también se corre el riesgo de etiquetar sobre la base del diagnóstico del DSM, lo que tiene importantes consecuencias negativas para las personas como ya os avanzaba al inicio. Por un lado, se está poniendo a la persona en una situación de vulnerabilidad, ya que puede ser víctima del estigma que aún recae sobre los trastornos mentales. Además, pensar que sufres un trastorno mental puede provocar que la persona pierda toda sensación de responsabilidad respecto a lo que le está pasando. El DSM se basa en un modelo médico-psiquiátrico que busca la causa de los malestares en una disfunción biológica lo que justifica que este malestar se pueda considerar un trastorno y, por tanto,se prescriben determinados tipos de tratamientos que tienen como objetivo devolver la " normalidad "al organismo que no funciona de manera" normal ". La mayoría de los estudios están directa o indirectamente financiados por la industria farmacéutica y, por tanto, ponen énfasis en lo que realmente buscan, dejando de lado información muy valiosa como la narrativa de las mujeres que están sufriendo este malestar y podrían dar pistas sobre este proceso multicausal. Según el modelo médico-psiquiátrico el tratamiento de elección parece estar claro: medicación. Se suele utilizar fluoxetina (entre otros) que es un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina para regular los niveles de este neurotransmisor. Y también se utilizan tratamientos hormonales como los anticonceptivos. Sea como fuere la existencia de malestares premenstruales que a veces pueden revestir gravedad, es innegable, pero nos planteamos una pregunta, ¿por qué en el siglo XXI se considera un trastorno? ¿Por qué si no se conoce la causa del malestar se pone de nuevo el foco en el cuerpo de la mujer? ¿Quién se beneficia de esta nueva concepción de enfermedad? Quién sale más perjudicado? Sin duda las más perjudicadas son las mujeres en general y su lucha por la igualdad. También salen perjudicadas las mismas afectadas porque patologizando su malestar tampoco se le está dando respuesta a su sufrimiento, ya que están pasando de puntillas por las verdaderas causas. Es muy importante observar que una vez que ponemos el foco en el cuerpo de la mujer,lo sacamos de las circunstancias contextuales que pueden tener un papel decisivo en el malestar de la mujer por la opresión sostenida a la que se ve sometida de manera silenciosa, pero muy efectiva.
¿Qué se podría hacer para aliviar su sufrimiento? Hay que abandonar el modelo médico o biológico que no está dando respuesta a las necesidades ni de las mujeres, ni de la población en general y substituirlo por un modelo biopsicolosocial que tenga en cuenta el contexto y no solo las causas fisiológicas. 

También es importante acabar con la imagen preconcebida del cuerpo de la mujer y de lo que representa el ciclo menstrual. Se deben analizar los comportamientos, sensaciones o pensamientos de estas mujeres en el contexto en que aparecen y examinar su posible utilidad adaptativa en este contexto. No se puede calificar de patológico lo que puede tener un significado estratégico, ya que, si ignoramos este posible significado, estamos negando la posibilidad de ayudar realmente a la persona que lo está sufriendo. 


Necesitamos saber qué significan para la mujer sus experiencias premenstruales y ver la concepción que alberga de su ciclo menstrual, de la feminidad y cómo se conjuga todo ello con su identidad de género. Tenemos que trabajar a partir de sus propias experiencias y construcciones de la realidad y paralelamente transformar el ideario que sigue manteniendo a muchas mujeres encadenadas con unas cadenas invisibles que son las más difíciles de romper. Sólo desde su subjetividad podremos encontrar soluciones, tomandolas en cuenta como un ser activo que interpreta y da sentido a todo lo que sucede en su vida. Seamos conscientes de que el reconocimiento del TDPM surge en un contexto histórico y social determinado y seamos más críticas con lo que la comunidad científica, muchas veces a través de los medios de comunicación, nos ofrece. Tengamos en cuenta la relación existente entre la forma en que ven el cuerpo de la mujer y las relaciones de poder que predominan en nuestra sociedad.


Es importante también resaltar la parte positiva del ciclo menstrual, su significado, la mayor creatividad a la que se puede asociar, etc. Y ver este sufrimiento (bautizado como TDPM) como una oportunidad única de introspección y de análisis de nuestra vida que nos permite un mayor conocimiento de nuestro cuerpo, de nuestras emociones y de nuestras necesidades (muchas veces olvidadas). Nos permite ser conscientes de la autoexigencia que nos imponemos y, sobre todo, de la que nos impone la sociedad. Podemos reflexionar sobre hasta qué punto es justo y está a nuestro alcance, todo lo que se nos atribuye por haber nacido con unos genitales en lugar de con otros. Y valorar si los roles asociados a la identidad de género nos están suponiendo una carga excesiva, imposible de llevar.


Mientras se avanza en esta linia tenemos que dar voz a este sufrimiento para que cada vez más profesionales sean conscientes de su existencia, ya que actualmente la mayoría de ginecólogos y de psicólogos no saben de qué se trata. Incluso es un tema que a nivel de atención primaria no es conocido, por lo que la mujer suele salir de la consulta con unos antidepresivos y sin la sensación de haber sido entendida. 


Queda mucho camino por recorrer sobre esta cuestión pero mi lucha será conseguir que no se sobremedicalice a la mujer y que se investiguen otro tipos de causas de este sufrimiento para que realmente podamos aportar soluciones efectivas y sin efectos secundarios. 


Si tenéis dudas sobre si estáis en esta situación no dudeís en consultarme. 


Un abrazo, 



Mª Jesús Soriano

jueves, 21 de junio de 2018

¿Estás desmotivado? Esto te interesa...

En el post anterior, os escribí sobre la motivación y sus determinantes, lo que nos permitió tener un mayor conocimiento de lo que significa estar motivado y cuáles son las variables que influyen en nuestro nivel de motivación. Con esta pequeña introducción ya podemos deducir algunos consejos para mejorar nuestra motivación en aquellos momentos en que notamos que ésta disminuye, lo que pone en peligro la consecución de nuestras metas o la persistencia en una tarea. 

La desmotivación es algo que todos en mayor o menor medida hemos experimentado, por lo tanto, no se trata de algo que nos tenga que preocupar. Lo que sí que es cierto es que si nuestra forma habitual de hacer las cosas es con desmotivación tendremos más dificultades para conseguir nuestros objetivos ya sean objetivos laborales, académicos o creativos. La motivación nos garantiza que persistiremos en la tarea y que no nos importará esforzarnos, ya que estamos disfrutando con lo que hacemos, sobre todo cuando sentimos una motivación intrínseca (ver el post anterior donde introduzco este concepto). 
Pues bien tenemos estrategias para lidiar con la desmotivación y que de esta manera podamos conectar de nuevo con esa fuerza interior que nos ayuda a conseguir nuestros objetivos. Algunas estrategias son: 

1. Recuperar el sentido de lo que hacemos, es decir ser consciente de lo que nos mueve para continuar con la tarea o actividad. Cuando las metas son a medio o largo plazo es fácil que perdamos de vista nuestro objetivo final. Como ya vimos en el post anterior, la intención de meta (dicho llanamente, el establecer una meta u objetivo) es una variable que modula nuetsra motivación. En función de cómo sean estas metas estaremos más o menos motivados. Por lo tanto, si  nuestra meta es a medio o largo plazo y vemos que no estamos desmotivando va bien recordar los detalles de lo que queremos alcancer. Traerlos al momento presente aunque sea a nivel mental y de esta manera recuperar la ilusión por alcanzar nuestra meta. 

2. Dividir la tarea o actividad en diferentes pasos o subobjetivos que nos conduzcan a la meta final. Cuando la meta sea a medio o largo plazo podemos intentar definir unos objetivos intermedios que nos permitan tener a corto plazo la senesació de que nos estamos acercando a nuestra meta. De esta manera alimentaremos nuestra motivación al sentir que caa vez estamos más cerca del objetivo final. 

3. Modificar nuestro locus de control o estilo atribucional.  Ya vimos que es otra de las variables que determinan nuestro nivel de motivación. A veces podemos estar desmotivados porque sentimos que nada de lo que hacemos va a influir en el resultado final (locus de control externo). En este sentido, es importante trabajar esta manera de ver las cosas recuperando la sensación de control. ¿Cómo podemos hacer esto? Pues analizando de manera honesta nuestros pensamientos sobre la causa las cosas que ocurren. Si siempre estamos poniendo el foco en agentes externos es porque tenemos un estilo atribucional disfuncional con un locus de control externo que nos hace sentir cierta impotencia ante lo que sucede en nuestra vida. Cuando somos consciente de ello y empezamos a valorar lo que nosotros podemos hacer (pasamos a un locus de control interno) la motivación aumenta ya que tomamos un papel activo en lo que sucede en nuestra vida. A veces es necesario consultar con un profesional para cambiar este estilo atribucional pero es una cuestión que se puede modificar y ayuda a que la persona recupere la sensación de control de su propia vida.  

4. Centrarnos en la parte positiva (emociones positivas) que lo que estamos haciendo nos produce. Esto es especialmente relevante cuando lo que nos mueve es la motivación intrínseca, és decir aquella que se pone en marcha mientras realizamos la tarea. Disfrutamos con lo que hacemos sin esperar conseguir nada a cambio.  A veces no es posible ya que lo que nos mueve es conseguir algo, pero si nos centramos en la parte positiva de lo que hacemos nos sentiremos más motivados, ya que un estado emocional positivo nos hace ver más factible nuestro objetivo. 

5. Introducir pequeños cambios en la actividad o tarea para que la rutina no merme nuestra motivación. El hacer siempre lo mismo puede ayudarnos a ser más productivos pero tiene la contrapartida de que puede hacer que la tarea se vuelva aburrida y que por lo tanto, nos desmotivemos. En estos casos introducir pequeñas modificaciones en la tarea nos permite recuperar la ilusión ya que salimos de la rutina. Es especialmente importante en el ámbito laboral donde las actividades muy repetitivas suelen desmotivar a los trabajadores. Introducir cambios propuestos por los mismos trabajadores implica que se motiven por una doble vía; por haber tenido en cuenta sus propuestas y por hacer la actividad diferente. 

5. En exiginirnosestar siempre al 100% porque implica estar sometido a un nivel de estrés que puede tener el efecto de desmotivarnos. Permitirnos estar desmotivados de vez en cuando no es algo negativo ya que esta desmotivación puede ayudarnos a realizar cambios que sin duda enriqueceran la tarea y nuestra manera de hacer las cosas. 

Existen más estrategias en función del ámbito en el que estemos trabajando pero en general estas estrategias nos pueden ayudar para lidiar con la ddesmotivación para que no interfiera de manera negativa en nuestro día a día.

Feliz día, 

Mª Jesús Soriano 





  

domingo, 17 de junio de 2018

La motivación y algunos de sus determinantes

La motivación es aquello que nos impulsa a actuar, aquello que no solo nos mueve para conseguir algo, sino que también determina en esfuerzo que vamos a emplear y nuestra persistencia. Por lo tanto, no es una cuestión nada trivial y que hay que tener muy en cuenta, sobre todo cuando queremos conseguir algunos objetivos o nos proponemos algunas metas. 

En general, el estudio de la motivación ha permitido conocer agunos de sus determinantes y al conocer de qué depende nuestra motivación podemos actuar cuando la desmotivación nos aceche (en el próximo post hablaré de algunas estrategias para lidiar con la desmotivación). 

De momento vamos a centrarnos en conocer un poco más este concepto que tan importante es para poder conseguir nuestros objetivos y vivir una vida plena.

La motivación en general depende de tres tipos de variables: fisiológicas, situacionales y cognitivas. 

Las fisiológicas no tienen mucho secreto ya que son los propios instintos o la activación de nuestro sistema nervioso los que nos llevan a actuar. Por ejemplo, cuando uno tiene sed, pues siente la necesidad de movilizarse para conseguir agua. 

Las situacionales se refieren a los incentivos. Éstos pueden ser de muchos tipos. Pero hay una clasificación que me parece especialmente útil y es la de incentivos externos e incentivos internos. Aunque la clasificación puede complicarse algo más, creo que ésta manera de explicarlo es más clara y me permite ejemplificar mejor algunas ideas importantes sobre la motivación. 

Un incentivo externo es aquel que proviene del exterior, por ejemplo un aumento de sueldo, un coche de empresa, etc.  en el caso del trabajo, una videoconsola, una bicicleta o un monopatín, en el caso de los niños, etc. En este caso, la motivació parece que está vinculada a la obtención de este incentivo y por lo tanto, la satisfacción de la persona está más vinculada a algo externo que a la satisfacción por la realización del trabajo o por ejemplo, de hacer los deberes (en el caso de los niños). Este tipo de motivación sería la motivación externa. 

Un incentivo interno es aquel que viene del interior del individuo, podría ser por ejemplo la satisfacción, alegría, sensación de fluir, etc. En este caso cuando se hace una tarea o actividad lo que motiva no es lo que vayamos a conseguir después de realizarla sino la tarea en sí misma, es decir, realizar la actividad ya nos produce sensaciones positivas. Esto es lo que llamamos motivación intrínseca.   

Las variables cognitivas son aquellas con las que más podemos trabajar (así como con los incentivos), ya que son maneras de ver el mundo y en este sentido la psicología nos ofrece herramientas muy útiles para cambiar nuestra forma de pensar y tener unos esquemas mentales más flexibles. 

Existen tres variables cognitivas que veremos con un poco más de detalle: la expectativas, las atribuciónes causales y las intenciones de meta. 

Expectativas

De manera muy resumida, las expectativas son aquellos eventos o situaciones futuras que la persona espera obtener después de una conducta. Por ejemplo, en una actuación teatral el actor o actriz espera que al acabar la obra reciba un aplauso. Estos aplausos son considerados de manera positiva por la persona de manera que en muchos casos actuan como motivación para ensayar y hacerlo muy bien el día de la función. Esta claro que se trata de una idea, de un pensamiento sobre un evento futuro y no de algo que suceda en el momento de hacer la acción peró aún así sirven para motivar a la persona. 

¿Qué ocurre si la persona tiene la expectativa de que va a ocurrir algo negativo? En este caso hablamos de que las expectativas tienen una valencia negativa y obviamente tendrán un efecto inverso en la motivación. Dicho de otra manera, a más expetativas negativas menor será la motivación para realizar esa tarea o actividad. 

Atribuciones causales

Hacen referencia a las explicaciones que la persona se hace sobre los acontecimientos que han tenido lugar por la actuación propia o ajena. En este caso, según la explicación que se haga cada uno, tendrá mayor o menor motivación para hacer una actividad o tarea. 

Imaginemos una persona que tiene una locus de control externo (lo que significa que la causa de todo lo que ocurre la suele situar fuera). Delante de una situación como una mala nota en un examen puede considerar que ha tenido mala suerte, que el profesor le tiene manía, o que se han equivocado al corregir. Es decir, las explicaciones que se hace a sí mismo sobre lo que ocurre nunca pasan por su propia conducta. En este caso, es fácil estar desmotivado ya que no parece que tu actuación pueda cambiar mucho el curso de los acontecimientos. 

En el caso de un locus de control interno (la persona situa la explicación de lo que ocurre en sí mismo o en su manera de actuar), la persona del ejemplo anterior podría considerar que su mala nota se debe a que no ha estudiado suficiente, a que no ha estado fino contestando las preguntas o a que se ha encontrado indispuesto en el momento de hacer el examen. 

Este tipo de atribución tiene un efecto positivo en la motivación, ya que la persona puede sentir que lo que ocurre depende de sí mismo y por lo tanto, tiene la motivación de actuar y de mejorar, si fuera el caso. 

Por último, están las intenciones de meta, éstas al igual que las expectativas, hacen referencia a un evento futuro pero en este caso hay un componente de voluntad por parte del sujeto. Para que las metas sean motivantes tienen que tener una serie de características. Brevemente se podría de decir que tienen que ser alcanzables, preferiblemente a corto o medio plazo y tienen que representar cierto reto. 

Cuando son muy a largo plazo pueden afectar negativamente a la motivación ya que la persona tiene que realizar un esfuerzo y la recompensa de este esfuerzo tarda mucho en llegar, lo que suele ser desmotivante (salvo que se recurra a estrategias para motivarse). 

A groso modo, estos serian los determinantes de la motivación. Es un tema muy complejo y que se ha estudiado mucho desde la psicología por eso existen múltiples teorias al respecto. 

Espero que esta pequeña pincelada sobre el tema os pueda resultar útil. 

Feliz día! 


Mª Jesús Soriano 





   

domingo, 3 de junio de 2018

¿Cómo gestionar las rabietas?


Las rabietas, ya comentamos en el post anterior, forman parte del desarrollo normal de un niño.
Por lo tanto, tienen que aparecer y lo harán, así que lo mejor es aprender a gstionarlas lo mejor posible a fin de que no se alarguen en el tiempo. Según nuestra respuesta podemos hacer que sea una técnica eficaz para el niño para conseguir lo que quiere y en este sentido nuestra conducta estará potenciando las rabietas.
Es importante mantener la calma. Entiendo que no es fácil pero es importante cambiar esto (contar hasta cinco, decir alguna frase que nos ayude a calmarnos, etc.). Esto es muy importante, ya que si nosotros muchas veces pedimos a nuestros hijos que cambien su manera de comportarse ¿que mejor manera de hacerlo que mostrando que nosotros también podemos cambiar ?. Recuerde que enseña mucho más con el ejemplo que con la palabra. El hecho de que nos vean alterados ya es una forma de potenciar la pataleta porque está consiguiendo su primer objetivo que es llamar nuestra atención.
Hay quien recomienda dejar al niño hasta que se le pase, yo recomiendo que de manera indirecta estemos allí (siempre que veamos que esto no les altera más) para que nuestra expresión no verbal pueda ayudar a que se calme. Si es al contrario entonces le podemos decir con muy buenas palabras y bien tranquilos, "veo que estás muy enfadado y te entiendo, como veo que estando aquí enfadas más estaré en la cocina y si me necesitas ya sabes que soy allí "A veces un abrazo les puede calmar o incluso ponerlos más furiosos. Aquí dependerá de cómo sea nuestro hijo
Es importante entender lo que sucede en el cerebro de los niños en una rabieta.
Todos podríamos decir que tenemos "tres cerebros": 
- neocortex: vinculado con las funciones superiores como la atención, memoria, concentración, etc.
- Reptiliano: vinculado a las funciones más de supervivencia: la adrenalina se dispara, la persona está como si tuviera que huir o luchar.
- Límbico: el que se relaciona con las emociones.
Cuando se activa el cerebro reptiliano, el neocórtex se queda en "stand by", es decir, no funciona. Por ello intentar dialogar con un niño en plena rabieta es como una misión imposible. No escucha, da patadas, ni siquiera te mira, sólo llora y grita.
Por ello, no es el momento de hacer entender nada al niño. Como mucho cuando le haya pasado y en función de la importancia de lo ocurrido, se le puede explicar alguna cosa. Si el tema ha sido una cuestión sin importancia yo soy más partidaria olvidar el incidente porque cuanta más importancia le damos a las cosas y más atención ponemos, más podemos reforzar la conducta. Si el tema sí que ha sido importante, se puede retomar cuando esté más calmado ya que entonces estará más en disposición de entender lo que le decimos.
Algunas pautas generales para relacionarnos con los niños:
- Es importante ponernos a su altura para hablar con ellos e intentar que haya contacto ocular así nos aseguramos de que están poniendo atención.
- Debemos evitar acusar al niño sin tener información: si se ha peleado con un amigo o con el hermano no debemos dar por hecho que es su culpa. Debemos dar confianza para que nos cuente la verdad. Cuanto más miedo tenga a las represalias menos probabilidad de que diga la verdad.
- Debemos referirnos a su comportamiento y no a él.
- Debemos concretar lo que decimos porque muchas veces utilizamos un lenguaje demasiado abstracto que ellos no entienden. Por ejemplo: ¡me has faltado al respeto! ¿Qué significa esto? Mejor explicar lo que el adulto está sintiendo y así también los ayudamos con el tema de la expresión de las emociones.
- Frases del tipo “Te lo he repetido mil veces”  no son apropiadas porque pueden afectar su autoestima. Piense que la mayoría de veces ellos no son conscientes de ello por su proceso madurativo o porque les cuesta concentrarse.
En general, hay que mantener la calma, poner los límites adecuadamente con un lenguaje llano y partiendo de una relación de confianza y respeto. Entender las rabietas como una parte más de su desarrollo y no juzgarlos por su comportamiento que muchas veces es una reacción a nuestra manera de relacionarnos con ellos.
Construyamos una buena relación con nuestros hijos ya desde la infancia ya que ésta será especialmente necesaria cuando lleguen  a la adolescencia.
Un abrazo,

Mª Jesús




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