lunes, 2 de abril de 2018

El círculo vicioso de mantenimiento de la ansiedad



Hoy os propongo un tema que considero que os puede ser útil para entender un poco mejor lo que es la ansiedad y valorar hasta qué punto los que estáis pasando pasando por una situación de las que describiré a continuación, podráis decidir si os podéis autoregular o necesitáis pedir ayuda.

La ansiedad es una respuesta normal del organismo ante estímulos que se perciben como peligrosos. Estos estímulos pueden ser tanto internos (pensamientos, imagenes, etc.) como externos (determinadas, situaciones o personas). Presenta manifestaciones tanto a nivel emocional como fisiológico. Así, las personas que experimentan ansiedad pueden sentir miedo, angustia, etc. Y a nivel fisiológico se produce una activación del sistema nervioso autónomo que se puede traducir en un incremento de la frecuencia cardiaca y respiratoria, sudoración, etc. La ansiedad prepara al individuo para responder a un estímulo que como hemos comentado se percibe como amenazante o peligroso, por tanto lo que hace es activar al cuerpo.

Es evidente, y muchas personas que lo hayan experimentado estarán de acuerdo, que muchas veces se puede experimentar esta ansiedad cuando realmente no existe un estímulo que represente una verdadera amenaza. Pero lo que tenemos que entender es que esta ansiedad es como un indicador, nos está mostrando que hay algo que no está funcionando como debería hacerlo, y por algún motivo ese estímulo lo percibimos como amenazante.

¿A qué me refiero cuando hablo de círculo vicioso en el mantenimiento de la ansiedad?

Me refiero a que en estas situaciones la respuesta normal que hacen las personas ante el estímulo temido es lo que está manteniendo o incluso agravando el problema hasta que al final podría llegar a transformarse en una fobia. ¿Y cuál es la respuesta normal a la que me refiero? Pues a la evitación. Estaréis de acuerdo que ante una situación o pensamiento (recordad que los estímulos pueden ser internos o externos) que percibimos como peligrosos lo que hacemos es evitarlo (siempre que podemos, claro después veremos lo que hacemos cuando no lo podemos evitar) . Entramos en un círculo vicioso, ya que en el momento en que tenemos cierto miedo de una situación que nos provoca cierta ansiedad (se activa nuestro sistema nervioso autónomo) lo que hacemos es huir y evitar la situación. Al huir y evitar la situación no ponemos a prueba la hipótesis de que aquella situación era de verdad peligrosa para nosotros y, por tanto, seguimos relacionando aquella situación con la sensación desagradable que nos hace sentir y el miedo que nos inspira. Se mantiene entonces nuestro miedo al estímulo. Además, esta reacción lo que provoca es que a corto plazo la persona experimente que las sensaciones desagradables desaparecen y, por tanto, asociamos evitación a disminución de la ansiedad, por lo que tendemos a repetir esta respuesta.

Pongamos por ejemplo el miedo (no hablamos de fobia aún) a subir al ascensor. La persona siente algo negativo en el momento de picar el ascensor y cuando empieza a sentir todo esto decide subir por las escaleras. Automáticamente la sensación de peligro se ha alejado y la persona se siente mejor. Pero a medio y largo plazo el miedo al ascensor aumentará porque no ha podido comprobar que si subía con ascensor muy probablemente no hubiera pasado nada malo. En situaciones muy aisladas esto puede que no nos afecte demasiado pero en situaciones en que, por ejemplo la situación se repite. a menudo podemos acabar cogiendo mucho miedo y que al finar acabemos teniendo una fobia.

¿Y qué ocurre cuando la evitación no es posible? Lo que se suele hacer es recurrir a lo que se denominan conductas de seguridad o conductas de distracción. En ambos casos también se contribuye al mantenimiento del problema, pero estas conductas no son tan problemáticas como evitar directamente la situación. Las conductas de seguridad hacen referencia a aquellas conductas que la persona hace para poder hacer frente a esa situación que le da miedo pero no puede evitar.

Imaginemos el caso del ascensor.
Si una persona trabaja en la torre Mapfre concretamente en la última planta, por mucho miedo que le de el ascensor, tendrá que subirse en él. En este caso la evitación no es posible. Pero esta persona puede recurrir a conductas de seguridad como esperar que alguien más suba en el ascensor antes de subir él, o pedirá a algún compañero que le acompañe, etc. Una conducta de distracción sería subir en el ascensor pero ponerse a cantar una canción mentalmente para no pensar que está en el ascensor, o empezar a hacer la lista de la compra, etc. Estas conductas no siempre funcionan pero cuando la persona no tiene más remedio que hacer frente a la situación suelen utilizarse y el resultado es muy similar que en el caso de la evitación. La conclusión es que no estamos haciendo frente al miedo que nos produce y creemos que esas conductas son las que han evitado que ocurra lo temido.

El problema será más o menos importante en función del significado que tenga para la persona la situación que le da miedo. Una persona que le da miedo volar y que no viaja nunca pues en principio no debe suponer un problema. Pero si esa persona por temas de trabajo tiene que coger el avión semanalmente pues realmente lo puede pasar muy mal.

Cuando hablamos de fobias entonces es necesario que un profesional (un psicólogo) te ayude a superarlas, porque a veces la intensidad de la ansiedad es tan elevada que la persona no puede por sí sola pasar a la acción y se deben hacer algunos pasos previos. Además, la intensidad de la ansiedad puede ser muy elevada y la persona puede acabar por tener miedo también por su vida. A veces incluso se desarrolla miedo a la ansiedad (el llamado trastorno de pánico).

Con el fin de poder pasar a la acción es importante conocer la naturaleza no peligrosa de la ansiedad. Aunque se producen síntomas muy desagradables, la ansiedad no es peligrosa y por sí misma no puede hacerte daño. De hecho, la ansiedad tiene una característica que es importante conocer y es que su intensidad tiene forma de campana de modo que se incrementa rápidamente cuando se nos presenta el estímulo temido, pero una vez llega a un punto deja de aumentar y lo que hace es empezar a disminuir al mismo ritmo. Esto es así porque se produce lo que se llama habituación. La persona se habitúa a la situación y las sensaciones desagradables comienzan a disminuir. El tiempo que tarda en hacerlo depende de la persona y de su percepción de peligro pero es importante confiar en que a pesar de las sensaciones son desagradables, no hay peligro para nuestra vida.


Es importante que antes de desarrollar verdaderas fobias a cosas que muchas veces no podemos evitar como puede ser conducir, subir en ascensor, subir en avión, etc. podamos darnos cuenta de que nos da miedo y si realmente no nos vemos capaces de hacerle frente solos, podamos pedir ayuda.

En todo caso, saber cómo funciona la ansiedad, cuál es su naturaleza y sus características nos puede ayudar a hacer frente a pequeñas situaciones que en el día a día evitaríamos pero que ahora sabiendo esto nos podemos ver alentados a hacer.

¿Y por qué desarrollamos estos miedos?
Esta es una pregunta muy compleja y depende de cada caso, pero en general puede suceder que hayamos tenido alguna experiencia desagradable relacionada con el estímulo temido directa o indirectamente (puede ser que ni nos acordemos). O bien hemos visto otras personas que lo han sufrido y eso nos ha hecho coger miedo (es posible no ser conscientes tampoco de este recuerdo). O bien nos lo han explicado y han insistido tanto que finalmente hemos cogido miedo. Aunque de nuevo, según mi punto de vista, la ansiedad ante un estímulo no peligroso es un indicador de que algo no está bien y representa una oportunidad de indagar para solucionar el problema que subyace a la sintomatología.

Por último, recomiendo que ante cualquier duda al respecto se consulte a un profesional para que estos miedos no vayan a más y no se transformen en un trastorno como una fobia específica, la fobia social, el trastorno del pánico, etc.

¡Que paséis una feliz semana!


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